De la Intención a la Elección: Cómo Creamos Nuestra Vida

A veces decimos que queremos ciertas cosas en la vida, pero nuestras acciones nos cuentan otra historia. Podemos decir que queremos cambiar de trabajo, emprender, escribir un libro o mudarnos a otro lugar. Pero si lo que hacemos todos los días va en otra dirección, tal vez esa no sea una verdadera intención, sino una idea cómoda o una fantasía que nos gusta imaginar.Entonces aparece la pregunta incómoda: ¿lo queremos realmente?

Lo que hacemos —más allá de lo que decimos— tiene un peso enorme. Es en la rutina, en lo cotidiano, donde se revela lo que de verdad estamos eligiendo. Porque cuando algo nos importa de verdad, buscamos la forma de acercarnos, aunque sea con pequeños pasos. Y cuando no lo hacemos, también estamos eligiendo: quizás la comodidad, el miedo, la duda o la seguridad de lo conocido.

Hay una gran diferencia entre lo que creemos querer y lo que en realidad estamos eligiendo. Porque lo que elegimos no se dice, se hace. Y no hace falta que sea perfecto o que todo suceda de golpe. A veces basta con una pequeña decisión diaria que nos mantenga en movimiento. Una acción sincera, alineada con lo que sentimos verdadero hoy.

Es fácil confundirse entre el deseo auténtico y el “deber ser”, entre lo que queremos de verdad y lo que nos dijeron que deberíamos querer. Por eso es tan importante pausar, mirar adentro, y preguntarnos con honestidad: ¿Qué de todo esto me nace a mí? ¿Qué parte de mi vida refleja lo que realmente quiero? Y si no la refleja, ¿Por qué sigo eligiéndola?

No se trata de exigirse ni de correr detrás de ideales. Se trata de volver a lo esencial, de dejar de vivir en automático. Porque muchas veces, lo que más nos aleja de lo que queremos no es la falta de tiempo, ni de recursos, sino la falta de presencia.

La coherencia no siempre aparece en las grandes decisiones, sino en los pequeños actos de cada día. Ahí está la pista: en lo que hacemos, no en lo que decimos que haríamos “algún día”.Cuando empezamos a vivir más atentos a lo que hacemos y desde dónde lo hacemos, todo cambia. Porque empezamos a elegir con el cuerpo, no solo con la mente.

Cada noche, antes de ir a dormir, pregúntate:
¿Qué viví hoy que estaba en sintonía con lo que de verdad quiero?
¿Qué sigo eligiendo pero sé que en el fondo no me hace feliz?

Anótalo en un cuaderno o en el celular. Así, poco a poco, vas a ir mirando más claro lo que estás eligiendo sin dejar lugar a lo que más deseas. Ese es el primer paso para dejar atrás lo que no te deja avanzar y darle luz a lo que sí querés en tu vida…

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