Estás viviendo… ¿o solo creando contenido? los Likes no son abrazos, y las pantallas no son miradas
Vivimos en una época en la que todo lo que hacemos parece tener que pasar por el filtro de una cámara y terminar en redes sociales. Instagram o Tik Tok principalmente se han convertido en vitrinas donde mostramos lo mejor de nosotros: Comidas, recetas o preparaciones de platos, viajes, paisajes, frases, entrenamientos, pruebas de vestimentas, reunión con gente que nos rodea, mascotas, conciertos y así podría enumerar millones de que cosas que constantemente compartimos o comparten las personas que seguimos.
Y aunque compartir no es en sí negativo, todo se convierte en contenido. Pero, por qué sentimos esa necesidad constante de compartir?
La respuesta no es tan superficial como parece.Detrás de cada publicación puede haber muchas motivaciones: el deseo de ser vistos, de recibir aprobación, de sentirnos validados, aumentar nuestro estatus. A veces, sin darnos cuenta, empezamos a medir nuestro valor en base a los likes, los comentarios o los seguidores. Subir contenido se convierte en una especie de termómetro emocional: si la publicación “funciona”, nos sentimos bien. Si pasa desapercibida, dudamos.Estamos publicando para expresarnos… o para que otros nos digan que estamos bien?
Las redes sociales son una herramienta poderosa, sí. Pero también pueden distorsionar nuestra percepción de la realidad. Comenzamos a vivir para mostrar, en lugar de vivir para sentir.
Vamos a conciertos y los grabamos enteros , pero no los escuchamos de verdad,(te pasó alguna vez de que estás en un concierto donde la mitad del público lo graba entero con el celular ?). Viajamos a lugares increíbles, pero en vez de admirar el paisaje, buscamos el ángulo perfecto para la foto. Salimos con amigos, pero la conversación se interrumpe constantemente por la necesidad de registrar el momento, (te paso asistir en una comida donde todos sacan fotos antes de siquiera probar el plato?).
Esto no significa que debamos demonizar las redes. Compartir es parte de lo humano, y las plataformas digitales también son espacios de creatividad, inspiración y conexión. El problema no está en subir contenido, sino en perder el equilibrio. Cuando todo se convierte en una historia que debe ser contada hacia afuera (viajar, comprar ropa o determinados productos, salir con amigos… solo para mostrar, a quien? no sabemos), corremos el riesgo de descuidar lo que realmente importa hacia adentro.
La vida más plena no siempre es la más visible. No todo lo que es importante en esta vida, necesita una publicación. A veces, los momentos más reales, más significativos, no tienen foto. Incluso yo creo, que en muchas ocasiones ni siquiera estamos disfrutando o pasando un buen momento, pero lo capturamos, para subirlo a las redes y la gente crea todo lo contrario. Contenido feliz es sinónimo de vida feliz?
No se trata de dejar de compartir, sino de aprender a vivir primero… y luego, si queremos, mostrar.
Así que la próxima vez que sientas esa necesidad casi automática de subir algo, haz una pausa. Pregúntate con honestidad: esto lo quiero guardar para mí, o lo estoy subiendo para que alguien más me vea? No hay una respuesta correcta, pero a veces ese pequeño instante de consciencia lo cambia todo.
Porque compartir está bien, pero vivir está mejor. No todo necesita pasar por una pantalla. Hay momentos que se disfrutan más cuando no estás pensando en cómo se verán en tu perfil, sino en cómo se sienten en tu piel. Bajar el teléfono no significa desaparecer; significa estar más presente. Y al final del día, eso es lo que realmente queda: lo que viviste de verdad, no lo que editaste para que encajará en un cuadrado perfecto con el filtro perfecto.
Subí contenido si te nace, pero no te olvides de bajar también y vivir tu historia. Bajar tu telefono para subir la vida. Bajar el ritmo. Bajar a tierra. Bajar a la vida real, donde no hay filtros… pero sí hay momentos que valen todo.