De trabajos pasajeros y sueños permanentes: cada paso forma parte de la historia
En esta entrada quiero dejar un recordatorio, tanto para mí como para ustedes, o para aquel que pueda sentirse identificado en este camino.
Como muchos saben, soy Licenciada en Nutrición. Actualmente no vivo en Argentina, ni ejerzo directamente lo que estudié, y tampoco tengo tan claro si, en este preciso momento de mi vida, quiero ejercer en ese campo.
Este estilo de vida en movimiento, de ir de un lugar a otro, también implica buscar trabajos que me permitan mantener mi independencia económica, pero que están muy lejos de lo que soñaba cuando estudiaba en la Universidad. Hace dos años que trabajo en heladerías —el año pasado en Italia, y este año en España—. Hay varias cosas de ese trabajo que me gustan, como el contacto con los alimentos, preparar determinados productos o atender a los clientes; de algún modo así sigo cercana a lo que estudié. Aun así, sé que no es lo que elegiría al 100%.
Pero así es el camino cuando decides dejar atrás lo seguro en busca de nuevas experiencias. A veces tienes que dar vueltas, aceptar trabajos que están muy lejos de lo que soñabas, esperabas o pensabas (dentro de la oferta laboral solo tienes una lista muy limitada de puestos en los cuales aplicar y obtener un trabajo), pero que al final también te enseñan, te fortalecen y te muestran mundos que de otra forma no habrías conocido. Por ejemplo,el relacionarme con compañeros de trabajo de muchos lados del mundo y el contacto constante con la clientes me ayudó a desarrollar habilidades que quizá no habría puesto en práctica en otro entorno.
Eso sí, en medio de ese “mientras tanto”—porque así podemos llamar a esta etapa(puede pasar muchas veces en la vida, no solo porque elegís vivir en otro país, también puede ser en tu propia ciudad, por determinadas circunstancias, mientras estas estudiando o mientras te buscas o te perfeccionas en otra cosa)— es importante no perder de lo que en el fondo sabemos que es nuestra pasión. Hay que dejar lugar en el día a día para buscar, estudiar, formarnos o simplemente reflexionar en silencio hacia dónde querremos ir. Esto puede venir en forma de un máster, de leer más, de preparar nuevos proyectos o de ir planteándote poco a poco cómo dar el paso cuando sea el momento.
En definitiva, que el camino es así de complejo, de inesperado… pero también de enriquecedor. Hay que saber encontrar luz, motivación y positividad en cada paso, sin dejar de tener en el radar lo que de verdad soñamos para nosotros mismos. Porque mantenerse en la comodidad, dejar de buscar es dejar de avanzar, dejar de dar lugar en nuestra vida para lo que más nos apasiona.
También es importante recordar que la vida es muy larga, que está llena de giros, de pruebas, de nuevos intentos y de segundas oportunidades. Que podemos cambiar de trabajos, de camino o de profesión más de una vez, sin que eso signifique haber fracasado, sino más bien que estamos en plena búsqueda de lo que de verdad tiene sentido para nosotros. A lo largo de ese camino vamos recogiendo experiencias, aprendiendo de cada paso —de lo que funciona y de lo que no— y así, poco a poco, nos vamos acercando a lo que en realidad más nos gusta, más nos apasiona y más se alinea con el estilo de vida que soñamos llevar.
Porque encontrar el lugar en el que podemos desarrollar todo nuestro potencial, aquel en el que podemos expresar lo que somos, no suele ocurrir de forma directa ni sin dar rodeos. A veces es necesario dejar atrás trabajos que no nos llenan, dejar ir lo seguro pero limitado, para así dar paso a nuevas experiencias que sean más acordes con lo que de verdad deseamos. La clave está en tener paciencia, en dejar que el camino nos enseñe, en permanecer abiertos al cambio, pero sin perder de vista lo que es importante para nosotros. Así, poco a poco, podremos encontrar ese lugar donde podemos florecer, aportar lo que sabemos y, al mismo tiempo, vivir de ello con estabilidad y alegría.