Nutrir o acumular: Lo que nadie vio en el supermercado

El lunes 28 de abril de 2025, durante el apagón que afectó a varias zonas de Europa, salí a hacer algo tan simple como comprar una merienda. No esperaba encontrarme con una escena que, más allá del caos, me dejara una pregunta resonando en la cabeza.

El supermercado estaba lleno. Personas corriendo, llenando sus carritos con todo lo que consideraban indispensable: fideos, leche larga vida, enlatados, arroz, papel higiénico. Estantes vacíos por todos lados. Se respiraba una mezcla de urgencia y miedo, como si estuviéramos al borde de algo mucho más grande.

Pero en medio de ese panorama, algo me llamó la atención.

Las frutas y verduras estaban intactas.

Cajas llenas de manzanas, bananas, tomates, zanahorias… todo ahí, como si nadie las viera. No estaban refrigeradas, claro, pero seguían frescas. Y sin embargo, eran ignoradas por completo.

¿Por qué sucede esto?

¿Por qué, ante una situación de crisis, lo primero que pensamos es en conservar, acumular y sobrevivir… pero no en alimentarnos bien?

La respuesta, creo, tiene raíces más profundas. Nos han enseñado que lo que dura más es mejor. Que lo envasado es más confiable. Que lo natural es un lujo, no una necesidad. Y así, en la urgencia, dejamos de lado lo más básico. Lo que viene de la tierra. Lo que realmente nos nutre.

No se trata de decir que está mal comprar productos no perecederos. Claro que no. Pero sí vale la pena preguntarnos por qué, en el momento en que más necesitamos energía, salud y claridad mental, dejamos afuera los alimentos que pueden darnos justamente eso.

Tal vez el verdadero apagón no solo fue eléctrico, sino interno: dejamos de ver lo esencial, incluso cuando lo teníamos justo frente a los ojos.

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