La FELICIDAD se consigue al resolver problemas.

Si sigue el hilo de lectura de estos post podrás ver que todos se relacionan entre sí (al menos por ahora), por ende me pareció interesante y necesario, unir las reflexiones del libro anterior con reflexiones de otro libro, que tuve la suerte de leer un domingo lluvioso de verano, gracias a la recomendación de una amiga.

El mismo se llama “El sutil arte de que (casi todo) te importe una mi*rda” de Mark Manson, seguro ya lo conocen.

La verdad que es uno de los primeros libros de esta índole que leo, siempre en mi vida leí libros de ocio, principalmente de amor o romanticismos. Me encantó y me inspiró para escribir estas líneas y muchas más. Además de leer más libros similares.

Responde preguntas que jamás me hubiera hecho o que me hacía pero estaban muy muy dentro de mi. Así que lo super recomiendo, además es muy llevadero.

Ahora bien volviendo, les voy a dejar también pequeños párrafos que me parecieron importantes, al menos en este momento de mi vida. Estos párrafos hacen más referencia a la felicidad, los problemas que nos surgen en la vida que pueden ser en relación al trabajo, la búsqueda de lo que deseamos o que queremos ser, problemas de pareja, de familia, de amor, las responsabilidades en general.

Primero vamos a hablar de la culpa-responsabilidad:

“Cuantos más elijamos aceptar la responsabilidad de nuestras vidas, más poder tendremos sobre ellas. Aceptar la responsabilidad de nuestros problemas es, entonces, el primer paso para resolverlos.

Diferencia entre Culpa y Responsabilidad. Aquí hay una manera de considerar la diferencia entre los dos conceptos.

«Culpa» es tiempo pasado. «Responsabilidad» es tiempo presente.

La culpa resulta de las elecciones que se han hecho. La responsabilidad deriva de las elecciones que estamos haciendo en este momento, en cada segundo del día. Tú estás eligiendo leer esto. Eliges pensar en los conceptos. Estás eligiendo aceptarlos o desecharlos. Puede ser mi culpa que creas que mis ideas son sosas, pero tú eres responsable de llegar a tus propias conclusiones. No es tu culpa que yo eligiera escribir esta oración, pero aun así eres responsable de elegir leerla (o no leerla).

Existe una diferencia entre culpar a alguien más por tu situación y que la persona en realidad sea responsable de tu situación. Nunca nadie es responsable de tu situación más que tú. Mucha gente puede tener la culpa de tu infelicidad, pero nadie jamás será responsable de tu infelicidad más que tú. Lo anterior obedece a que tú siempre puedes elegir cómo percibes las cosas, cómo reaccionas ante las cosas, cómo valoras las cosas. Siempre puedes elegir el parámetro con el que evaluarán tus experiencias.

La falacia de la responsabilidad/culpa le permite a la gente endosarle a los demás la responsabilidad de resolver sus problemas. Esta habilidad de deshacerse de la responsabilidad a través de la culpa le otorga a las personas un bienestar efímero y la sensación de creerse con derecho a todo.

Tú ya estás eligiendo —cada momento de cada día— a qué le das importancia, así que el cambio es tan sencillo como elegir darle importancia a algo diferente.

Cuando sentimos que elegimos nuestros problemas, nos sentimos con poder. Cuando pensamos que los problemas nos cayeron en contra de nuestra voluntad, nos sentimos victimizados y miserables.

Si quieres cambiar la forma en la que percibes tus problemas, tienes que modificar lo que valoras y/o cómo mides ese éxito/fracaso.

Hay un simple detalle del que se deriva toda mejora personal y todo crecimiento: la comprensión de que somos, individualmente, responsables de todo en nuestras vidas, sin importar las circunstancias externas. No siempre controlamos lo que nos sucede, pero siempre controlamos cómo interpretamos lo que nos sucede y cómo respondemos a ello.”

Valores personales:

“¿Por qué considero esto un éxito/fracaso? ¿Cómo estoy eligiendo evaluarme a mí mismo? ¿Bajo qué estándar me juzgo a mí mismo y a quienes me rodean?.

Este nivel, que requiere constante cuestionamiento y esfuerzo, es muy difícil de alcanzar. Pero es el más importante, porque nuestros valores determinan la naturaleza de nuestros problemas y la naturaleza de nuestros problemas determina la calidad de nuestras vidas.

Los valores determinan todo lo que somos y hacemos. Si lo que valoramos es poco útil, si lo que consideramos un éxito/fracaso es elegido con mediocridad, entonces todo lo que esté basado en esos valores —los pensamientos, las emociones, los sentimientos del día a día— estará fuera de control. Todo lo que pensamos y sentimos sobre una situación, se reduce a lo valiosa que la percibimos.

Si quieres cambiar la forma en la que percibes tus problemas, tienes que modificar lo que valoras y/o cómo mides ese éxito/fracaso.

En segundo lugar de los problemas de la vida en conglomerado con la felicidad:

“En alguna ocasión escuché a un artista decir que cuando una persona no tiene problemas, automáticamente la mente encuentra una forma de inventar alguno.

«Los problemas nunca se van, solo mejoran»,«La vida es, en esencia, una serie interminable de problemas, Mark», «La solución de un problema es simplemente la creación del siguiente». «No esperes una vida sin problemas. No existe tal cosa. En vez de eso, espera una existencia llena de buenos problemas».

Los problemas son una constante en la vida. Cuando resuelves tu problema de salud al apuntarte a un gimnasio, creas nuevos problemas como tener que levantarte temprano para ir a hacer ejercicio, sudar como drogadicto en rehabilitación durante 30 minutos en la bicicleta elíptica y luego ducharte para no dejar malos olores en la oficina. Cuando resuelves el problema de no pasar suficiente tiempo con tu pareja y se te ocurren los «miércoles de cita», genera nuevos problemas como pensar qué hacer (que ninguno de los dos odie) cada miércoles, asegurarte de contar con suficiente dinero para cenar en lugares bonitos, redescubrir la química y la chispa que ambos sentís que habéis perdido y resolver la logística de hacer el amor en una pequeña bañera con demasiadas burbujas.

Los problemas nunca terminan, simplemente se intercambian o se mejoran. La felicidad se consigue al resolver problemas. La palabra clave aquí es resolver. Si estás evadiendo tus problemas o sientes que no tienes ninguno, entonces te harás tú mismo miserable. Si sientes que afrontas problemas que no puedes resolver, igualmente serás miserable. La salsa secreta consiste en resolver los problemas, no en «no tener problemas desde un principio».

Para ser felices necesitamos resolver algo. Entonces, la felicidad es una forma de acción; es una actividad, no algo que te es pasivamente otorgado, que descubres mágicamente en un artículo de 10 puntos del Huffington Post o de algún gurú o maestro en particular. La felicidad no aparece mágicamente cuando por fin estás ganando suficiente dinero para añadir una habitación extra a tu casa. No la encuentras esperándote en algún lugar, idea o trabajo…

La felicidad es un constante proceso en desarrollo, porque resolver problemas es un permanente proceso en desarrollo: las soluciones a los problemas de hoy sentarán las bases de los problemas de mañana y así sucesivamente. La verdadera felicidad solo ocurre cuando encuentras los problemas que disfrutas teniendo y resolviendo.

Cualesquiera que sean tus problemas, el concepto es el mismo: resuelve problemas, sé feliz. Por desgracia, muchas personas no perciben la vida así de simple porque echan a perder las cosas de alguna de estas dos maneras:

1. Negación. Para empezar, algunas personas niegan que sus problemas existen. Y dado que niegan la realidad, deben estar eludiéndose de manera constante o distrayéndose de la realidad. Esto les hace sentirse bien a corto plazo, pero conduce a una vida de inseguridad, neurosis y represión emocional.

2. Mentalidad de víctima. Otros optan por creer que no hay nada que puedan hacer para resolver sus problemas, aun cuando, de hecho, podrían hacerlo. Las víctimas buscan culpar a otros de sus problemas o culpar a las circunstancias externas. Esto les podrá hacer sentirse bien a corto plazo, pero conduce a una vida de ira, desamparo y desesperación.

Las personas niegan y culpan a otros de sus problemas por la simple razón de que es fácil y sienta bien, mientras que resolver los problemas es difícil y a veces sienta mal. Esas formas de culpa y negación nos proporcionan una sensación de bienestar inmediato y efímero; son un modo de escapar temporalmente de nuestros problemas y ese escape puede proporcionarnos una sensación de emoción que nos hace sentir mejor.

Este bienestar efímero se presenta de varias maneras. Ya sea una sustancia como el alcohol, esa falsa superioridad moral que surge de culpar a los demás o la emoción de una nueva aventura arriesgada. Todas esas sensaciones son superficiales y son maneras improductivas de ir por la vida.

Gran parte del mundo de la autoayuda predica desde estas falacias, en vez de ayudar a las personas a resolver problemas legítimos. Muchos gurús de la autoayuda te enseñan nuevas formas de negación y te saturan de ejercicios que te hacen sentir bien a corto plazo, pero ignoran las causas subyacentes.

Recuerda: nadie que es feliz de verdad se tiene que parar frente al espejo y repetirse que es feliz.

Estas mismas sensaciones de bienestar inmediato generan adicción. Cuanto más dependas de ellas para sentirte bien respecto a tus problemas latentes, más las buscarás. En ese sentido, casi todo puede volverse adictivo, según la motivación que origine tal comportamiento. Todos hemos elegido métodos para adormecer el dolor de nuestros problemas y en dosis moderadas no hay ningún inconveniente en ello, pero cuanto más tiempo los evitemos y los ignoremos, más doloroso será cuando al final no haya otra alternativa que afrontarlos.

Continuaremos en el siguiente post…

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El ÉXITO no es evitar el FRACASO, es aprender de él.

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