El ÉXITO no es evitar el FRACASO, es aprender de él.
Continuamos por aquí, en este caso se describe la experiencia negativa de muchas circunstancias que ocurren en la vida misma, y el perseguir de forma casi obsesiva objetivos determinados, que lo único que te demuestran es que tu vida es escasa en ellos.
Quiero hacer un paréntesis con esto último, porque es algo que me toca muy de cerca en este momento. Últimamente me encuentro en una búsqueda constante —casi desesperada— por encontrar mi don, ese propósito que le dé sentido a mi vida. Me pregunto una y otra vez a qué quiero dedicarme, si quiero ejercer como Licenciada en Nutrición o si hay algo más allá que me está esperando.
Pienso ideas todo el tiempo: para crecer, para reinventarme, para cambiar. Tanto, que a veces ya no sé qué estoy buscando… solo sé que estoy buscando. Y en esa vorágine, me doy cuenta de que corro el riesgo de olvidarme de algo fundamental: vivir y disfrutar el presente.
Leer estas líneas fue como un cable a tierra. Me ayudaron a entender que sí, está bien querer cambiar y buscar un camino con sentido… pero también es importante aflojar un poco, confiar más, disfrutar del proceso y dejar de correr tan desesperadamente detrás de algo que tal vez solo se revela cuando uno empieza a vivir con más calma y conciencia.
“El deseo de una experiencia más positiva es, en sí misma, una experiencia negativa. Y, paradójicamente, la aceptación de la experiencia negativa es, en sí misma, una experiencia positiva.
Lo anterior resulta un total cortocircuito para nuestro cerebro, así que te daré un minuto para deshacer el nudo de pretzel en el que se encuentra tu mente y quizá necesites leerlo de nuevo: «El desear una experiencia positiva es una experiencia negativa, mientras que el aceptar una experiencia negativa resulta en una experiencia positiva». Es a lo que el filósofo Alan Watts se refería como «La Ley de la Retrocesión», que presenta la idea de que cuanto más persigas sentirte bien todo el tiempo, más insatisfecho estarás; pues perseguir algo solo refuerza el hecho de que careces de ello.
Cuanto más desesperado estés por hacerte rico, más pobre y más indigno te sentirás, independientemente de cuánto dinero poseas en realidad. Cuanto más te desesperes por ser sensual y sentirte deseado, más feo te encontrarás, independientemente de tu apariencia física actual. Cuanto más te desesperes por ser feliz y amado, más solitario y más asustado te sentirás, sin importar quiénes te rodeen. Cuanto más busques la iluminación espiritual, más egocéntrico y superficial terminarás siendo en tu intento por llegar a ese estado.
«Nunca serás feliz si continúas buscando en qué consiste la felicidad. Nunca vivirás si estás buscando el significado de la vida».
¿Te has dado cuenta de que a veces, cuando algo deja de importante tanto, sale mejor? Fíjate cómo, en ocasiones, la persona que menos se interesa en el éxito es quien lo logra. ¿Has notado cómo, a veces, cuando empieza a importarte una mierda, todo parece alinearse?
Todo lo que vale en esta vida es ganado a través de superar la experiencia negativa asociada. Cualquier intento de escapar de lo negativo, de evitarlo, aplastarlo o silenciarlo solo resulta contraproducente. Evitar el sufrimiento es una forma de sufrimiento. Evitar los problemas es un problema. La negación del fracaso es un fracaso. Esconder lo que causa pena o vergüenza es, en sí mismo, una vergüenza.
La solución se basa en la aceptación y en el involucramiento activo con la experiencia negativa, no de evadirse ni de buscar salvarse de ella.”
Ahora hablemos de elegir un camino dentro del abanico de la vida:
“Debes escoger algo. No puedes tener una vida libre de dolor. No todo puede ser rosas y unicornios todo el tiempo. El placer es una pregunta fácil y casi todos tenemos una respuesta similar.
La cuestión más interesante es el dolor. ¿Cuál es el dolor que quieres mantener? Esa es la pregunta difícil, la que importa, la pregunta que de verdad te llevará a algo. Es la pregunta que puede cambiar una perspectiva, una vida. Es lo que a mí me hace yo y a ti, tú. Es la que nos define y nos separa, y en última instancia, la que nos une.”
Siempre estamos eligiendo, tanto si lo reconocemos como si no:
“¿A qué elegimos darle importancia? ¿Sobre qué valores estamos eligiendo basar nuestras acciones? ¿Qué parámetros elegimos para evaluar nuestra vida? ¿Son estas buenas elecciones, buenos valores y buenos parámetros?.
Siempre estamos en el proceso de aproximarnos a la verdad y a la perfección sin nunca llegar a alcanzar ni la verdad ni la perfección.
La mejora de cualquier habilidad se basa en miles de pequeños fracasos y la magnitud de tu éxito se sustenta en el número de veces que fracasaste en algo. Si alguien es mejor que tú en algo, entonces es probable que lo sea porque ha fallado más veces que tú. Si alguien es peor que tú, entonces es probable que no haya pasado por todas las experiencias dolorosas de aprendizaje que has pasado tú.”
La acción no sólo es efecto de la motivación; también es causa de ella:
“Muchos de nosotros solo nos comprometemos con la acción si sentimos cierto nivel de motivación. Y sentimos motivación solo cuando experimentamos suficiente inspiración emocional.
Asumimos que ésos pasos ocurren en una especie de reacción en cadena, como la siguiente:
Inspiración emocional → Motivación → Acción deseada
Si quieres lograr algo, pero no te sientes motivado o inspirado, entonces asumes que estás jodido. No hay nada que puedas hacer.
Solo hasta que un gran evento emocional sucede en tu vida puedes generar suficiente motivación para levantarte del sillón y hacer algo.
El problema con la motivación es que no solamente es una cadena de tres partes, sino un ciclo infinito:
Inspiración → Motivación → Acción → Inspiración → Motivación → Acción → Etcétera.
De ese modo, tus acciones crean más reacciones emocionales e inspiraciones y empiezan a motivar tus acciones futuras. Al aprovechar este conocimiento, podemos reorientar nuestra mentalidad de la siguiente manera:
Acción→ Inspiración → Motivación.
Si te falta la motivación para conseguir un cambio importante en tu vida, haz algo —de veras, lo que sea— y aprovecha la reacción a esa acción como una manera de empezar a motivarte.”
Esto último párrafo podemos relacionarlo con una parte del libro Hábitos Atómicos, hablado en 2 post anteriores:
“El Circuito de retroalimentación impulsado por la dopamina. Todas las conductas que son muy proclives a convertirse en hábitos —consumir drogas, comer comida chatarra, jugar videojuegos, navegar en las redes sociales— están asociadas con niveles altos de dopamina. Lo mismo puede decirse de nuestras conductas habituales más básicas como beber, comer, tener relaciones sexuales e interactuar socialmente.
Por años, los científicos asumieron que la dopamina solo estaba relacionada con el placer, pero ahora sabemos que desempeña un papel central en muchos procesos neurológicos, incluyendo la motivación, el aprendizaje y la memoria, el castigo y la aversión, así como los movimientos voluntarios. Cuando se trata de hábitos, el aporte clave es: la dopamina es liberada no solamente cuando experimentas placer, también cuando lo anticipas. Los adictos a las apuestas tienen una descarga de dopamina justo antes de hacer una apuesta, no después de que ganan. Los adictos a la cocaína obtienen una dosis de dopamina cuando ven la sustancia, no después de que la ingieren. Siempre que puedes predecir que una oportunidad se convertirá en recompensa, tus niveles de dopamina alcanzan un grado máximo debido a la anticipación. Y cuando la dopamina se eleva, lo mismo ocurre con tu motivación para actuar.
Es la anticipación de la recompensa — no su obtención - lo que hace que nos pongamos en acción.”
El sistema de recompensas que se activa en el cerebro cuando recibes una recompensa es el mismo sistema que se activa cuando anticipas dicha recompensa. Esta es una de las razones por las que la anticipación de una experiencia suele sentirse mejor que su obtención. Entre mayor es la anticipación, mayor es el pico de dopamina.”
Enfócate en actual realmente, en lugar de solo ponerte en marcha:
“Es fácil empantanarse tratando de encontrar el plan ideal para cambiar: la forma más rápida de perder peso, el mejor programa para desarrollar los músculos, la idea perfecta para una ocupación secundaria. Estamos tan enfocados en descubrir la mejor manera de hacer algo que en realidad nunca ponemos manos a la obra. Como dijo alguna vez Voltaire: «Lo mejores enemigo de lo bueno».
Suelo referirme a esto como la diferencia entre ponerse en marcha y actuar. Los dos conceptos suenan parecidos, pero no son iguales. Cuando te pones en marcha estás planeando, estableciendo estrategias y aprendiendo. Todo eso es bueno, pero no produce un resultado.
Actuar, por otra parte, es la clase de comportamiento que te conduce a un resultado. Si bosquejo veinte ideas para artículos que pretendo escribir, eso equivale a ponerme en marcha. Si realmente me siento y escribo un artículo, eso es actuar. Si busco el mejor plan para perder peso y leo algunos libros sobre el tema, eso es ponerme en marcha. Cuando realmente empiezo a comer de manera saludable, eso es actuar.
En ocasiones, ponerse en marcha es útil, pero ello nunca va a producir un resultado por sí mismo. No importa cuántas voces vayas a hablar con el entrenador personal, eso no basta para que te pongas forma. Tienes que entrenar para o desea el resultado que quieres alcanzar.
Si ponerse en marcha no basta para alcanzar resultados, ¿por qué lo hacemos? Algunas veces lo hacemos porque verdaderamente necesitamos un plan o aprender más sobre un tema.
Pero, con frecuencia, lo hacemos porque al ponernos en marcha sentimos que estamos progresando sin necesidad de correr el riesgo de fracasar. Muchos de nosotros somos expertos en evadir la crítica. No se siente bien fallar y ser juzgado públicamente, así que tendemos a evadir situaciones en las que eso puede suceder. Y esa es la mayor razón por la cual nos ponemos en marcha pero no actuamos, porque queremos retardar el fracaso.
Es fácil ponerse en marcha y convencerse a uno mismo de que se está progresando. Pensamos: «En este momento estoy en pláticas con cuatro clientes potenciales. Esto es bueno, estoy avanzando en la dirección correcta». O: «Hice una lluvia de ideas para el libro que quiero escribir. Este asunto ya está puesto en marcha».
Ponerse en marcha te hace sentir que ya estás haciendo las cosas, pero en realidad solo te estás preparando para hacer algo.
Cuando la preparación se vuelve una manera de postergar lo que tienes que hacer, es necesario hacer un cambio. No quieres estar planeando todo el tiempo. También quieres actuar.
Si quieres dominar un hábito, la clave es empezar con la repetición del mismo, no con la perfección. No tienes que tener contempladas todas las características de tu hábito de antemano.
Solo tienes que ponerlo en práctica.”
Damos por finalizadas las reflexiones intensas de estos dos libros… Al menos por ahora. 😆