Ideas Claves (Resumen).

En este post voy a describir ideas concretas, que pude analizar y que me parecieron interesantes al finalizar mi lectura de “Hábitos Atómicos”de James Clear. Te las dejo para que las puedas leer y reflexionar en ellas:



“La conciencia viene antes que el deseo. Un anhelo es creado cuando le asignas significado a una señal. Tu cerebro construye una emoción o un sentimiento para describir tu situación presente y ello significa que un anhelo sólo puede ocurrir después de que has descubierto una oportunidad.



La felicidad es simplemente la ausencia de deseos. Cuando observas una señal, pero no sientes deseos de cambiar tu estado, significa que estás contento con tu situación presente.

La felicidad no consiste en alcanzar placer (lo cual es alegría o satisfacción), sino en una falta de deseo. La felicidad llega cuando no sientes la urgencia de sentirte de manera distinta.

La felicidad es el estado en el que entras cuando ya no quieres cambiar de estado.

Sin embargo, la felicidad es pasajera porque un nuevo deseo siempre surge. Como dice Caed Budris: «La felicidad es el espacio entre un deseo que se ha cumplido y un nuevo deseo que se está formando» Del mismo modo, el sufrimiento es el espacio entre el anhelo de cambiar de estado y la obtención del cambio.



Es la idea de placer lo que perseguimos. Buscamos la imagen del placer que generamos en nuestras mentes. En el momento de actuar no sabemos cómo será obtener esa imagen (o siquiera si nos va a satisfacer). El sentimiento de satisfacción solo aparece después. Esto es lo que el neurólogo austríaco Víctor Frankl quería decir cuando afirmó que la felicidad no puede perseguirse, tiene que surgir. El deseo se persigue. El placer surge a partir de la acción.



La paz ocurre cuando dejas de convertir tus observaciones en problemas. El primer paso en cualquier conducta es la observación. Tú adviertes una señal, un pequeño pedazo de información, un acontecimiento. Si no deseas actuar a partir de lo que observas, entonces estás en paz.

El anhelo se trata de querer arreglarlo todo. La observación sin anhelo es el reconocimiento de que no necesitas arreglar nada. Tus deseos no están corriendo de manera desenfrenada.

Tú no anhelas un cambio de estado. Tu mente no genera un problema que tú tengas que resolver. Simplemente estás observando y existiendo.



Con un porqué suficientemente grande puedes superar cualquier cómo. Friedrich Nietzsche, filósofo y poeta alemán, escribió: «Aquel que tiene un porqué por el cual vivir, puede soportar casi cualquier cómo». Esta frase abriga una importante verdad acerca del comportamiento humano. Si tu motivación y deseos son lo suficientemente grandes (esto es, tu porqué está actuando), te pondrás en acción aun cuando sea muy difícil.Los grandes anhelos promueven grandes acciones, a pesar de que la resistencia sea dura.



Ser curioso es mejor que ser inteligente. Mantenerse motivado y curioso cuenta más que ser inteligente porque lo primero conduce a la acción. Ser inteligente nunca producirá resultados por sí mismo porque no te pone en acción. Es el deseo, no la inteligencia, lo que provoca una conducta. Como dice Naval Ravikant: «El truco para hacer cualquier cosa consiste en cultivar primero un deseo por esa cosa».



Las emociones conducen la conducta. Todas las decisiones son emocionales de alguna manera. Sean cuales sean tus razones lógicas para realizar una acción, tú solamente te sientes motivado a actuar debido a una emoción. De hecho, la gente con daño en los centros emocionales del cerebro puede mencionar toda una lista de razones para realizar una acción, pero no hará nada para realizarla porque carece de las emociones que la muevan. Esta es la razón por la que el anhelo se da antes que la respuesta. El sentimiento se da primero, y luego la conducta.



Solo podemos ser racionales después de haber sido emocionales. El modo primario del cerebro es el sentimiento; el modo secundario es el pensamiento. Nuestra primera respuesta—la rápida, la que corresponde a la porción inconsciente del cerebro— se optimiza por el sentimiento y la anticipación.Nuestra segunda respuesta —la lenta, la que corresponde a la porción consciente del cerebro— es la parte que se encarga del «pensamiento».

Los psicólogos se refieren a esto como Sistema 1 (sentimientos y juicios rápidos) versus Sistema 2 (análisis racional).

El sentimiento aparece primero (Sistema 1); la racionalidad sólo interviene más adelante (Sistema 2). Esto funciona perfecto cuando ambos sistemas están sincronizados, pero tiene como resultado pensamientos ilógicos y emocionales cuando no lo están.



Tu respuesta tienes a seguir tus emociones. Nuestros pensamientos y acciones están enraizados en lo que encontramos atractivo, no necesariamente en lo que es lógico. Dos personas pueden estar ante el mismo grupo de hechos y responder de manera muy distinta porque analizan esos hechos a través de su particular filtro emocional. Esta es una de las razones por las que apelar a la emoción es típicamente más poderoso que apelar a la razón. Si un tema hace que alguien se sienta emocional, es improbable que ese alguien se interese en los datos. Este es el motivo por el cual las emociones pueden ser una amenaza tan grande cuando se trata de tomar decisiones.

Puesto de otra manera: la mayoría de la gente cree que la respuesta razonable es aquella que los beneficia, la que satisface sus deseos. Abordar una situación desde una posición emocional más neutral te permite basar tu respuesta en los datos más que en la emoción.



El sufrimiento dirige el progreso. La fuente de todo sufrimiento es el deseo de un cambio de estado. Esto también es la fuente de todo progreso. El deseo de cambiar tu estado presente es lo que provoca que realices una acción. Querer más es lo que empuja a la humanidad a buscar mejoras, desarrollar nuevas tecnologías y tratar de llegar más alto. Cuando sentimos anhelos, estamos insatisfechos pero determinados. Sin anhelos, estamos satisfechos, pero carecemos de ambición.



Tus acciones revelan cuánto deseas algo. Si afirmas que algo es una prioridad, pero nunca actúas en consecuencia, entonces significa que no lo quieres realmente. Es el momento de tener una conversación honesta contigo mismo. Tus acciones revelan tus verdaderas motivaciones.

La recompensa está del otro lado del sacrificio. La respuesta (el sacrificio de energía) siempre precede a la recompensa (la colección de recursos). La «euforia del corredor» solo aparece después de haber corrido a máxima velocidad. La recompensa solo aparece después de haber gastado la energía.



El autocontrol es difícil porque no es satisfactorio. Una recompensa es un resultado que satisface tu anhelo. Esto hace que el autocontrol sea inefectivo porque inhibir nuestros deseos rara vez los resuelve. Resistir la tentación no satisface nuestros anhelos, solamente los ignora. Crea un espacio para dejar pasar nuestros anhelos. El autocontrol requiere que te deshagas de un deseo en lugar de satisfacerlo.



Nuestras expectativas determinan nuestra satisfacción. El vacío que existe entre nuestros anhelos y nuestras recompensas determina cuán satisfechos nos sentimos después de realizar una acción. Si el desfase entre expectativas y resultados es positivo (sorpresa y deleite), entonces es más probable que repitamos la conducta en el futuro. Si el desfase es negativo (decepción y frustración), entonces es menos probable que lo hagamos.

Por ejemplo, si esperas obtener 10 dólares y obtienes 100, entonces te sientes estupendo. Si esperas 100 dólares y obtienes 10, entonces te sientes decepcionado. Tu expectativa cambia tu satisfacción. Una experiencia promedio precedida por altas expectativas termina siendo una decepción. Una experiencia promedio precedida por bajas expectativas es un deleite. Cuando gustar y querer son aproximadamente equivalentes, te sientes satisfecho.

Satisfacción = Gustar - Querer

Esta es la sabiduría detrás de la famosa sentencia de Séneca:

«Ser pobre no significa tener poco, significa querer más». Si lo que quieres supera lo que te gusta, siempre estarás insatisfecho.

Estarás poniendo más peso en el problema que en la solución perpetuamente.

La felicidad es relativa. Cuando empecé a compartir mis escritos públicamente, me tomó tres meses obtener mil suscriptores. Cuando alcancé esa meta, les conté a mis padres y a mi novia. Celebramos juntos, Me sentía emocionado y motivado.

Unos cuantos años después, me di cuenta de que mil personas se estaban suscribiendo diariamente. Y ni siquiera consideré contárselo a alguien. Se sentía como algo normal. Estaba obteniendo resultados noventa veces más rápido que antes, pero estaba experimentando poco placer debido a ello. No fue hasta unos días después cuando me di cuenta de lo absurdo que era no estar celebrando algo que me hubiera parecido un sueño apenas unos pocos años antes.



El dolor que produce el fracaso es directamente proporcional al tamaño de las expectativas. Cuando el deseo es alto, duele mucho cuando no te gusta el resultado. Fracasar en obtener algo que quieres duele más que fracasar en obtener algo en lo que no piensas demasiado. Esta es la razón por la cual la gente dice: «No quiero hacerme ilusiones».

Los sentimientos aparecen tanto antes como después de una conducta. Antes de actuar, hay un sentimiento que te motiva a actuar — el anhelo o deseo—. Después de actuar, hay un sentimiento que te enseña a repetir la acción en el futuro —la recompensa.

Señal > Anhelo (Sentimiento) > Respuesta > Recompensa (Sentimiento).

La manera en que sentimos influye en nuestra manera de actuar, y nuestra manera de actuar influye en nuestra manera de sentir.

El deseo inicia. El placer mantiene. Querer y gustar son dos conductores de la conducta. Si algo no es deseable, no tienes ninguna razón para hacerlo. El deseo y el anhelo son lo que inicia una conducta. Pero si no es disfrutable, no tienes ninguna razón para repetirla. El placer y la satisfacción son lo que mantiene una conducta. Sentirte motivado es lo que hace que actúes. Sentirte exitoso es lo que hace que quieras repetir la acción.

La esperanza declina con la experiencia y es reemplazada por la aceptación. La primera vez que surge una oportunidad, hay esperanza por lo que puede pasar. Tu expectativa (anhelos) está basada solamente en una promesa. La segunda vez, tu expectativa está anclada en la realidad. Empiezas a comprender cómo funciona el proceso y tu esperanza gradualmente se transforma en una predicción más precisa y en la aceptación del resultado más probable.

Esta es una de las razones por las que continuamente tratamos de asirnos al más reciente esquema para volvernos millonarios en instantes o para bajar de peso en poco tiempo. Los planes nuevos ofrecen esperanza porque no tenemos experiencias que nos permitan anclar nuestras expectativas en la realidad. Las nuevas estrategias parecen más atractivas que las viejas porque nos brindan esperanzas ilimitadas. Como apuntó Aristóteles: «Es fácil decepcionar a la juventud porque la juventud es rápida para tener esperanzas». Tal vez esto podría actualizarse y expresarse como: «Es fácil decepcionar a la juventud porque la juventud solo tiene esperanzas». Los jóvenes carecen de la experiencia necesaria para anclar sus expectativas. Al principio, la esperanza es todo lo que tienes.”













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