Del consultorio al algoritmo: la nutrición en tiempos de redes sociales
En qué momento ser Licenciada en Nutrición se convirtió en parecerse a un profesional que estudió Community Manager?
Hoy quiero compartir una reflexión que me ronda desde hace tiempo, una mezcla de curiosidad, decepción y replanteamiento profundo sobre mi rol profesional como nutricionista.
En este intento constante de llegar a más personas a través de las redes sociales —porque, seamos sinceras, hoy es allí donde creemos que están nuestros potenciales pacientes—, he notado un fenómeno que no puedo dejar de cuestionar. En particular, plataformas como Instagram y TikTok han llevado a que muchos colegas, incluyéndome, terminemos adoptando funciones propias de un community manager, diseñador visual o creador de contenido digital.
La tendencia es clara: producir reels, videos explicativos, recetas visualmente atractivas (que probablemente ya han sido compartidas miles de veces), comparativas de productos industrializados, frases pegajosas y bailes al ritmo de la información nutricional… Todo con el objetivo de captar la atención, ganar seguidores y likes,“estar presentes”.
Y ahí me detengo. ¿En qué momento tener más seguidores se convirtió en el indicador de éxito profesional? ¿Realmente esos seguidores son quienes luego se convierten en nuestros pacientes? ¿O estamos atrapadas en una ilusión de visibilidad que no necesariamente se traduce en impacto real?
Sé que esto no es exclusivo de nuestra profesión; muchas otras disciplinas están atravesando una transformación similar. Pero en el camino hacia la viralidad, siento que algo se diluye: la esencia de lo que somos y por lo que estudiamos tantos años. Nos capacitamos en salud, ciencia, empatía, prevención… y muchas veces terminamos invirtiendo horas en editar un video de 30 segundos para competir con miles de versiones iguales.
¿Y qué pasa con la calidad del mensaje? En la búsqueda de hacerlo más “digerible” o “viral”, el contenido pierde profundidad. La información rigurosa se simplifica tanto que puede incluso malinterpretarse. También se pueden observar miles de variantes en opinión (que llevan a confundir a la audiencia), o acaso no vimos un video donde por ejemplo, dice que el aceite de coco es buenísimo para la salud y al segundo nos aparece otro video diciendo todo lo contrario. Y así con muchísimos alimentos, comidas y tips nutricionales.
Este no es un juicio hacia quienes encuentran en las redes una herramienta poderosa de difusión (porque claro que lo es), sino más bien un llamado a la reflexión. ¿Estamos comunicando desde lo que somos como profesionales de la salud, o desde lo que el algoritmo espera de nosotras?
Tal vez sea momento de pensar nuevas formas de conectar con quienes realmente necesitan nuestro acompañamiento. De recuperar el valor de nuestra formación sin sentir que debemos convertirnos en otra cosa para ser vistas.